Preámbulo del bocazas: Bueno, como el hostel que encontró Andrés en Lima no me había gustado demasiado.. esta vez me encargué yo mismo de reservar el de Iquitos. Llegamos a Iquitos a eso de las 11 P.M. y fuimos en motocarro al hostel.


El motocarro, un gran avance de la ingeniería que sirve de medio de transporte de particulares en Iquitos. Es básicamente un triciclo que consta de una moto cortada a la mitad (125cc como mínimo) y una cabina trasera de dos ruedas. Esto se entiende cuando sabes que Iquitos está totalmente incomunicada por tierra, por lo cual traer motos es más fácil (barato y práctico) que traer coches.


Llegamos al hostel y pummm, resulta que la cama era un colchón hinchable, y pummm el colchón hinchable estaba dentro de una tienda de campaña, y pummm la tienda de campaña estaba dentro de una habitación, impecablemente alicatada, con otras 3 tiendas de campaña dentro tiradas en el suelo. Me pareció interesante hacer este highlight. Aunque la impresión fue un poco rara al principio, dormimos genial y fresco ya que dentro de cada tienda había un ventilador colgado del techo, genious.


Iquitos es genial, a la orilla del amazonas una ciudad que es un enjambre de motocarros. ¡Ver el amazonas fue para mí una gran experiencia! Dimos una vuelta por la ciudad hasta que nos vinieron a recoger en el Amazon cafe para empezar la que será una experiencia que dure los siguientes 10 días.


Fuimos en motocarro al embarcadero, donde había de todo, desde aguardiente de caña casera hasta pollos muertos por todos lados, la impresión fue bastante grande ya que no había estado en un sitio así, donde pudiese entender el idioma de los locales. Ya que podía, pregunté, que tal estaba ese aguardiente, pregunta que obtuvo como respuesta, un "eso está adulterado, alcohol para las heridas" de parte del conductor del motocarro, a lo cual añadió "con eso te quedas ciego", ¿sona un pouco a Galicia e as bromas que se fan uns aos outros sobre a augardente non? . Desde el embarcadero cogimos un colectivo (un barco) que nos llevó sobre el río Nanay, afluente del Amazonas, hasta Padre Cocha. Allí conocimos la grandeza del motocarro viviéndola en primera mano. Es invierno en el amazonas y llueve cada 3 por 3, hay barro, y la maravilla del motocarro solo tracciona en su rueda trasera izquierda, imagínense, llegar a nuestro destino fue una aventura que ni en el Dakar (que por cierto pasa por Perú en unos días).


Sobre los venideros días seguirá un pequeño cuento, Crónica de un ayahuascazo anunciado.