El día dos del camino de los caracoles nos llevó a Nazca. Habíamos decidido ver el Dakar! si el Dakar ya no era en Dakar si no en Perú.


Llegar allí fue una aventura. En Perú en cuanto te sales del camino que hacen todos los turistas las cosas se ponen difíciles. El pueblo base donde veríamos acabar la etapa de este día sería San Juan de Marcona. Ya cuando estábamos en Cusco habíamos ideado el plan caracol y habíamos llamado a una especie de pensión... pero reservamos por teléfono y el hombre no parecía muy convincente, ya sabes.. hoy en día uno está acostumbrado a que le llegue un email con el ticket.. y sabiendo como funciona Perú y no teniendo una confirmación tangible sonaba peligroso, pero al final salió bien.


Sin embargo, el hecho de llegar a San Juan de Marcona en si fue una vez más una de esas graciosas historias. Primero tomamos un bus de Arequipa a Nazca. En ese bus, le robaron las cartera a nuestra compañera Margarida. Reclamamos al conductor, para que hiciesen algo, pero nos ignoraban de esa manera tan sutil, sin ni siquiera mirarnos a la cara. Decidimos bloquear el bus en modo de protesta, y mientras lo parábamos, Andrés, aconsejado por unos locales que pasaban por allí salió corriendo hacía la comisaría de policía, que estaba al lado. A pesar de que yo bloqueaba la puerta para que no se cerrase, el conductor se puso en marcha con la puerta abierta y yo tuve que saltar fuera. Afortunadamente, a Andrés le dio tiempo y salió corriendo de allí con un batallón de policías con fusil en mano detrás de el, ahí, ahí si que paro el bus y el hombre habló. Todo era muy esperpéntico, como si Valle-Inclán lo hubiese escrito. Un montón de policías, la gente fuera preguntándose que pasaba, unos apoyándonos otros quejándose, otros dándose cuenta de que a ellos también les habían robado. El bus en si mismo se convirtió en una oportunidad de negocio, comenzaron a llegar vendedores ambulantes, vendiendo helados, empanadillas... Incluso "la prensa" había llegado, un par de hombre con camisas cortas armados de grabadoras en las manos. Al final todo esto fue un espectáculo que culminó con todos nosotros esperando en la comisaría y testificando para poner una denuncia.


Cuando conseguimos zanjar este pequeño contratiempo, cogimos una minivan y fuimos a San Juan de Marcona. Nos instalamos en la pensión que milagrosamente nos esperaba, y salimos, haciendo autostop hacia el final de la etapa de ese día del Dakar.

Luego volvimos a la ciudad, en esta ocasión nos llevo una furgoneta llena de mineros, y después fuimos a la playa.


Al día siguiente salimos pronto por la mañana sin tener un plan de como íbamos a llegar a Nazca, donde cogeríamos un bus hacia Huacachina.


Hicimos autostop hasta cerca del comienzo de la etapa, y luego, después de caminar un rato por el medio del desierto, pudimos presenciar salidas de motos, coches, buggies y camiones, además de ver salir a Carlos Sainz y a Jesus Calleja!


Mientras veíamos el Dakar, conocimos a unos locales, que nos proporcionaron un sitio y cervezas para disfrutar de la carrera. Además, más tarde nos encontramos a unos portugueses que habían alquilado una pick-up, voilà, ahí había hecho acto de presencia lo que supondría nuestro transporte a Nazca.


Una vez más lo habíamos conseguido: una experiencia, aunque llena de contratiempos, genial y memorable!


Diego!