Lo que comenzó en tono de chiste, no podrá terminarse del mismo modo. En la última ceremonia el de Monforte tuvo un viaje de oscuridad. Todo comenzó al volver a la cabaña... en el templo todo parecía genial y los efectos eran leves. Pero cuando llegó el tiempo de ir a dormir la usual oscuridad que uno ve cuando cierra los ojos se convirtió en terror. La sensación era exactamente como si su mente hiciese zoom out en la oscuridad, a toda velocidad y sin límites, dando una terrible sensación de vértigo. Es difícil de entender como uno puede entender que se hace zoom out si todo esta oscuro... si se tratase de una grabación, cómo podrías entender que se hace zoom out si todo esta negro? Pues esto es lo que él sintió...


Esta visión era terrorífica ya que daba la sensación de pérdida de control, de estar en un abismo psicológico del que nunca podría salir, su cabeza se elevaba al ritmo que el zoom se alejaba y sentía que jamás podría bajar a allí de donde venía. La solución fue respirar, se concentró en la respiración. Pero el viaje no acabaría ahí... ya que después se le manifestaron ciertas formas, era como si cientos de magos de Harry Potter estuviesen volando en esa forma de humo negro, pero en su caso eran grises...


Esto duró hasta que el fuego apareció. Una hoguera, al rededor de la cual todos estos espiritus se reunían, y a continuación fue atravesada por su propio espíritu. Al otro lado, silencio y vacío. Ahí, ahí fue donde más se preocupó el monfortino, esa oscuridad y soledad era lo que él temía, temía quedarse solo. Sabía que ese año perdería contacto diario con su mejor amigo, aquel vigués del que tanto había aprendido y junto al que vivió tantas aventuras, esta situación duro una eternidad o así lo sintió él.


Después del terror psicológico, de conseguir manejar la situación con una respiración calmada y consciente, la figura de un hombre desnudo, agazapado y abrazado a sus piernas encogidas apareció a lo lejos. El monfortino, en cualquiera fuese la forma en la que existía en este mundo, se acerco a esta figura, pero algo maravilloso ocurría con ella. A medida que se acercaba, este hombre se estiraba y a la vez se convertía en algo más. Al final de la transformación, el hombre se había convertido en un colorido pavo real, que acabaría abriendo su gran cola, mostrando sus mágicos colores. Esto fue lo último que vió antes de pasarse el resto de la noche vomitando, o como a Don Lucho le gustaba describir, purgando las malas energías.


Lo más inverosímil ocurriría al día siguiente, cuando al despedirse de los personajes que componían Selva Madre, uno de los viajeros le preguntó a Don Lucho cual creía que era su animal espiritual. Después de resolver su duda, se dispuso a recitar cuales era los animales espirituales de cada uno de los viajeros, y sorprendentemente nombrando como animal espiritual del monfortino el pavo real, por su alegria y ganas de juerga y alegría, y por su visión?...


Como mencionaba antes, lo que empezaba formulándose como un chiste no puede, de ninguna manera, terminarse así. Esta experiencia marcará a sus protagonistas ya de una manera inevitable. La estancia en ese pequeño paraíso en la selva llegó a su fin pero el mensaje se quedaría dentro, el mensaje de Don Lucho de evitar enfadarse, el mensaje de Andersson de utilizar la sonrisa como método apaciguador en tiempos revueltos, las enseñanzas que sus mentes les han dado, probando que nuestra mente es capaz de lo mejor y de lo peor, pero que todo depende de nuestro estado de ánimo y nuestra predisposición.


Con este capítulo finalizado, toca para nuestros protagonistas abandonar la selva y dirigirse a la montaña...


Diego!