Ukhu pacha


Pero el camino de la ayahuasca no fue corto, y cada ceremonia traía respuestas completamente diferentes.


Los días transcurrían en Selva Madre y todos los viajeros iban compartiendo las experiencias que tuvieron en la primera ceremonia, especialmente el vigués, que relata su increíble viaje de colores, sonidos naturales y movimientos espaciales. - ¡Qué gran concierto hicieron los chamanes aquella noche! Sin embargo, una ligera sensación de miedo quedaba en él, la vivencia fue intensa y le empezó a aparecer que todo esto de la ayahuasca no era ninguna broma, quien sabe que más cosas podremos ver aquí.

Llega la noche, pero no la oscuridad, Luna llena y el Amazonas no duerme cuando el sol falta. Los chamanes se preparan y comienza la segunda ceremonia de nuestros amigos viajeros.


El vigués empieza a escuchar la ceremonia ya ligeramente temeroso y alerta por lo que verá esa noche. Tras la toma, y el tiempo de espera, se da cuenta de que está totalmente ido, en un lugar infinito y abstracto, sin tiempo y encerrado en un espacio visual similar a El Beso de Klimt, un mundo de espíritus. El chico de Vigo se encuentra entre raro y mal, su cabeza está desordenada y cambia de pensamiento sin parar, piensa en pedir ayuda, pero no es capaz de centrarse en eso. La ayuda no funcionó, ya no soporta más la ceremonia y se va del templo. Tal vez irse a dormir le ayudaría a que todo se calme.

En la cama las tinieblas le invaden, risas, calaveras, horror… Reacciona y pide ayuda al chamán. Allí otra espiral de terror psicológico le atrapa y empieza a correr por la vida. Es demasiado, se desmaya y cae al suelo.


Todo es intenso, recupera conciencia en el jardín y pide ayuda desesperada, él nota que va a volverse loco para siempre, y no puede controlar sus pensamientos, solo sensaciones, nada de visiones, solo quiere concentrarse en el mundo físico para no perderse en el psicológico. Poco a poco la espiral va parando, y deja de hacerse tan presente en la mente, hasta por fin poder estar tranquilo e irse a la cama a descansar.

Durante los siguientes días, el vigués se siente apático, deprimido, solo tiene ganas de reposar y de incorporarse pronto a las bromas de los compañeros viajeros y disfrutar las historias de la gente de la selva.


Andrés!