Más de un año ha tenido que pasar para desbloquear este post. Algo también tuvo que ver que no pudiese ser "zanjado" en su momento porque mi estado de salud me dejaba mas bien poca energía libre.


La montaña, fue dura. No resultó para nada fácil hacer frente a todos los obstáculos que se pusieron en el camino, pero lo que sí que fue: una autentica aventura. La aclimatación a la altura fue mal ya desde el principio, uno se cree mas fuerte de lo que es, y eso suele pasar factura.


El Salkantay nos esperaba. Nos levantamos muy pronto por la mañana y nos recogieron de nuestro maravilloso hostal. Ya de camino nos fuimos dando cuenta de que nos habían metido en el bus con otra gente que iba a hacer algo diferente a nosotros, ya olía raro… Afortunadamente.. y después de un par de inesperados giros del destino acabamos "aterrizando" donde deberíamos.


Allí estábamos, en un asentamiento donde había muchos guías esperándonos, pero teníamos que esperar a que el resto de la gente que venía en nuestro trek llegase para organizarnos. Mientras tanto el bus que nos habia traido ya se habia ido, y mientras revisábamos nuestro equipo para ver si todo estaba en regla, ya nos dimos cuenta de la primera baja… nos habiamos olvidado las pastillas para el mal de altura en el asiento del bus.. Esto le dolió más a Andrés que a mí en ese momento.. lo que no sabía en ese instante es que seria a mí a quien mas le harían falta.


Llegaron el resto de personas que venian a hacer el trek y nos juntamos. Esto no iba comenzar asi de facil, o si? Pues.. no, al comenzar un trek tan largo, normalmente los guias hacen una ronda pidiendo que todo el mundo se presente, diciendo de donde vienen, a que se dedican, cuales son sus hobbies… y lo mas importante, se vota para ponerle un nombre al equipo! en la montaña hay que estar unidos y ayudarse, qué mejor que hacer sentir a la gente como un auténtico equipo! Bueno, una vez terminamos.. resulta que nosotros no pertenecíamos a ese grupo, nos habían puesto donde no era! Fuimos a un grupo nuevo donde no conocíamos a nadie, y lo peor! no habíamos podido participar en el nombramiento! Esto no fue muy grave ya que la gente era genial y acabamos conociéndolos a todos.

Una vez acabada la ceremonia de inauguración, nos dispusimos a comenzar el camino, ese dia caminábamos hasta el campamento donde dormiríamos, dejaríamos las cosas y subiríamos a la laguna de Humantaya, un sitio espectacular. Ese era el plan, la ejecución es otra historia, amigo. Caminar hasta el campamento fue genial, me lo tome con calma y admire los pasos de montaña por los que íbamos pasando. Llegamos al campamento, dejamos las cosas en nuestra tienda, comimos y descansamos un poco.

El rock&roll comenzó a la tarde, subimos a la laguna de Humantaya. Escribirlo y pensarlo había sido fácil, pero hacerlo… desgraciadamente mis problemas con el mal de altura volvieron. Subir aquella ladera fue matador. Era tambien psicologicamente duro, pensar que estas en un lugar tan bonito y que lo unico que piensas es en llegar a la laguna y verla por fin... que cada paso cuesta cada vez más. Que hay un caballo precioso al lado de un giro que abre una vista maravillosa a la montaña? Si... pero estoy tratando de sobrevivir... Me pare, recupere el aliento y lo disfrute. Continué y continué, a veces pasabas a la gente, otras te pasaban a ti, pero si tus piernas no te llevaban arriba no verías la laguna. A parte de esto, era por la tarde, la tarde es puñetera en la montaña, tu enemigo es la noche y el frío, lo cual a veces se te pasa por la cabeza...

Finalmente, conseguí llegar a la cima y admiar el precioso lago que se formaba del agua aquel precioso glaciar lloraba. Un azul turquesa que deslumbraba, fría como una noche de verano en clima atlantico. Alli arriba me encontré a Andrés, quien había tenido su propia ración de montaña y se disponía a sacar unas fotos, echar el ultimo vistazo y comenzar el descenso.

Allí también vi que se podía subir más! Una posible vista desde arriba, sobre el lago, una cosa que no me debería perder ya que, probablemente, no volvería a subir allí . Subir esto fue duro pero aun mas reconfortante, la vista era increíble, lo que ofrecen estas montañas es mágico. Pero como ya empezaba a flojear me saque una foto y me dispuse a bajar.

Oh la bajada.. la bajada es el demonio. Uno podria bajar rodando y acabar en el campamento como uno de esos quesos que lanzan en Cooper's Hill, y la gente corre detrás. Desafortunadamente, esa no es una opción si te quieres mantener con vida, descender como es debido es una tarea muy exigente. Si sacrificas la técnica, sufren las rodillas y los tobillos, pero es tan agotador que a veces ocurre de forma inevitable.

Llegar al campamento fue un hito mayor que subir a la laguna. Al menos esta noche dormíamos en la montaña, cielo abierto y la cena estaba servida. Fue entonces cuando todo comenzó a ponerse oscuro para mí. Por alguna razón, quizás llamada mal de altura, no tenía un gran apetito, a pesar de haber echo un fuerte ejercicio físico. Tampoco tenia ganas de beber te, ni muchas ganas de hablar.. Acabe volviendo a la tienda y yendo a dormir, ni siquiera de la preciosa vista de las estrellas que teníamos esa noche disfruté.


Siendo positivo, pensé que el día siguiente sería mejor, que descansar me vendria bien y que estaba super contento y agradecido de tener un saco de dormir calentito!


Al día siguiente teníamos ante nosotros una jornada durante la cual caminaríamos durante 9 horas hasta para llegar al próximo campamento. El trekking sería de cuatro días, quedaban tres, y aunque me levanté con energía y ganas por la mañana, sabía que no sería fácil, pero le puse una sonrisa al asunto y confié 100% en nuestro guía Virgilio, como no confiar en un ex futbolista, un tío que echa una pachanga de futbol a 3000 metros y es el mejor del equipo cuando en realidad casi dobla en edad a todo el mundo.

El paisaje era increíble, y durante este día conseguimos alcanzar el pico más alto de nuestro camino, el Salkantay a 4630 metros de altitud sobre el nivel del mar. Llegar allí fue exigente físicamente, pero el mal de altura me dio tregua. El problema, es que nuestros guías tenían preparada una ceremonia quechua para agradecerle a las diosas montañas por todo lo que nos ofrecen. Todo genial y precioso.. pero se puso a llover y nos enfriamos.

Esto hizo que mi cuerpo entrase en alerta, y cuando comenzamos a bajar el pico de camino a nuestra siguiente parada para comer comencé a sufrir una vez más de dolor de cabeza y dificultad para respirar. A parte de un buen regalito dejado en un pesebre por el camino, el trayecto fue bonito y no muy trágico a pesar de las dolencias.


Después de tanto altibajo, tenía que ya tocar fondo. Cuando nos disponíamos a comer, y vi que venía aquella fuente llena de lo que en otro momento llamaría suculenta comida, pero en ese momento solo me daban náuseas. No quería comer, no quería té, no quería nada, sabía que si comían algo me iba a sentar mal. Sin embargo, si no comía me metería en un problema también. Entonces, cuando intenté comer, lo que hice en realidad fue descomer, muy trágicamente. En cuanto me pude restablecer y calmar un poco, cogí mi mochila, le pregunté al guía como podía identificar la siguiente para y después de anotar las indicaciones me dispuse a bajar solo, bajar bajar y bajar sería la única manera de recuperarme.


Caminaba como si me llevase el viento, como si tuviese ruedas, caminaba para buscar mi propia supervivencia. Al cabo de un rato baje la marcha y cuando alcé la mirada hacia atrás vi que alguien venía. Era Andrés, que después de ver que faltaba, le preguntó al guía y se enteró de que me había ido, y como gran amigo que es salió a buscarme y bajamos juntos. Era genial, cada vez me sentía mejor, había árboles! oxígeno! era como si la naturaleza tocase la Traviata! Era increíble ver semejante cantidad de vegetación a 3000 metros de altitud.


Ya casi al final del camino comenzó a llover tanto que nos paramos en una caseta que vimos y esperamos allí al resto de nuestro equipo, Los Pumas. No parecía querer parar de llover, por lo que aunque Los Pumas habían llegado ya y habían descansado un rato, nos dispusimos a marchar hacia nuestro refugio por esa noche.


Llegamos empapados, y yo continue con mi penitencia de novato, el mal del altura aunque menos fuerte seguía allí. Dormimos, y al día siguiente emprendimos otra caminata, esta vez para abandonar Salkantay y dirigirnos al Machu Pichu. Fue un día genial, yo estaba mejor y, qué puedo decir, había mucho verde, agua, frutas... era un ambiente donde sobrevivir era más fácil. Al final del día, comimos en un precioso lugar donde para el asombro de dos gallegos, vimos que una señora vendía nada más ni nada menos que Licor Cafe de los Andes! Evidentemente compramos una botella que nos acompañaría el resto del viaje, hasta que volvimos a Lima.


Después de esto tomamos un bus de camino a Hidroeléctrica. De Hidroeléctrica a Aguas calientes caminamos, y por el camino los encontramos a un par de amigas que habíamos hecho en el hostal de Cusco, Candice y Margarida. Después de hablar un rato nos despedimos pensando que no nos veríamos mas, qué equivocados estábamos.

Por lo que este relato describe, parece que la magia y aventura inesperada que suele rodear los asuntos que emprendemos Andrés y yo, ha desaparecido. Pues no, está usted equivocado. Llegamos a Aguas Calientes con dos cosas muy claras: no teníamos donde dormir, y nuestros tickets para subir al Machu Pichu estaban en el limbo, justo donde se encontraba el hostal que "habían reservado". Habíamos reservado el tour completo con nuestro hostal y nos la habían liado, era oficial. Corrimos Aguas Calientes de arriba a abajo, preguntando en los hostales si tenían una reserva a nuestro nombre... fallamos estrepitosamente. Era importante encontrarlo no solo por dormir, si no por los tickets. Cuando ya parecía que no había esperanzas, reservamos una habitación en el mismo hostal que Virgilio y el resto y fuimos con Virgilio a mirar si allí tenían nuestros tickets, esto no era algo fácil, ya que si lo tickets habían salido de esa oficina no podrían dárnoslos otra vez ya que van nombrados e incluyen nuestro número de pasaporte. Fuimos corriendo, una vez más, hacia las cabinas donde se compraban las entradas, llegamos 10 minutos antes del cierre, y nos enteramos que el hombre de nuestro hostel había reservado pero no todavía pagado nuestros tickets, aunque era una falta bastante grave, en este caso funcionó perfectamente ya que los tickets todavía no habían sido expedidos y podíamos pagarlos y llevárnoslos.


Este grillo del destino fue tan inesperado como agotador, pero al final conseguimos las entradas, y al día siguiente, conseguimos subir al Machu Pichu y culminar nuestra aventura en las montañas!


Diego!